
Esto, lo encontré por casualidad navegando por ahí... Me pareció sumamente interesante así que quise compartirlo...
–Ya me enteré de que te quieres ir a Canadá. ¿Por qué?
–Porque es un país maravilloso, de primer mundo, con bellos paisajes…
–¿Has estado antes en Canadá?
–No.
–Entonces, ¿en qué te basas para decir que es tan maravilloso?
–Me lo han dicho.
Emigrar a Canadá no es factible para todos y, mucho menos, resulta una
tarea fácil. Los interesados deben reflexionar sobre su decisión, para que
la experiencia sea satisfactoria.
El diálogo anterior es real. Y es sorprendente toparse con personas que,
sin haber puesto un pie en Canadá, creen firmemente que es un paraíso
terrenal. Hay que saber que, como todo país al que se quiere emigrar,
Canadá supone ventajas y desventajas. Justamente la intención de este
artículo es desmitificar algunas ideas que la gente tiene acerca de este
país y las oportunidades que ofrece.
Primer mito: Quiero ir a Canadá para ganar dinero y después regresarme con
él.
Realidad - En general, Canadá no es un país para hacerse rico.
Naturalmente, la economía y la calidad de vida son muy buenas, pero
–aunque se vive muy bien– es difícil amasar una fortuna. Y es que la
distribución de la riqueza en Canadá es como un balón de futbol americano:
las clases alta y baja están en las puntas, y la clase media, en el
centro, lo que significa que la mayoría pertenece a ese sector. En este
sentido, el sistema canadiense es más justo, pero a la vez castiga más a
los que más tienen. En definitiva, no es fácil ganar más dinero que otros.
Segundo mito: En Canadá todos tienen un auto de lujo.
Realidad - Las bajas tasas de interés permiten que casi cualquier persona
pueda adquirir un auto nuevo o seminuevo, pagando mensualidades de entre
300 y 600 dólares; sin embargo, esto no significa que todos tengan un auto
de lujo. Si bien las mensualidades son relativamente bajas, se necesita
contar con ingresos suficientes para cubrirlas puntualmente.
Tercer mito: Los canadienses tienen una cultura similar a la de los
estadounidenses.
Realidad - Aunque en muchos aspectos los canadienses piensan como los
estadounidenses, en otros son muy diferentes. Por ejemplo, en Canadá se
tiende a vigilar el bienestar de la población, como en lo relativo a los
servicios de salud, que se otorgan sin importar el estrato social de la
persona. Gracias a esta actitud, no son comunes las prácticas del
favoritismo y la corrupción. Asimismo, las ciudades canadienses son mucho
más seguras y, aunque el racismo existe como en todo el mundo, el
canadiense promedio en las grandes ciudades está acostumbrado a convivir
con inmigrantes.
Cuarto mito: En Canadá atraen a gente de otros países; le dan casa y
trabajo para poblar el país.
Realidad - Es verdad que Canadá depende de la inmigración para mantener y
aumentar sus niveles poblacionales, pues la tasa de natalidad tiende a
decrecer, de ahí que atrae anualmente a más de 250 mil personas de todo el
mundo, pero ni les pone casa ni les consigue trabajo. Para un panorama más
amplio consultar el sitio de Inmigración de Canadá (www.cic.gc.ca).
Quinto mito: La gente no sale de su casa durante la temporada invernal;
todas las actividades se paralizan.
Realidad - La vida sigue como siempre. Aunque haga mucho frío o abunde la
nieve, los canadienses hacen su vida con normalidad. Sólo en casos
extremos, con temperaturas inferiores a -30 grados centígrados, se cierran
las escuelas y las avenidas.
Sexto mito: Si soy gerente de una empresa transnacional en mi país y
decido irme a Canadá, conseguiré trabajo rápidamente y ganaré más.
Realidad - Ser inmigrante no es fácil. El simple hecho de dejar todo y
llegar a un país con costumbres diferentes en donde no se conoce a nadie
puede ser abrumador. La tarea de conseguir trabajo también puede resultar
titánica; así como hay personas que lo consiguen en dos semanas, hay otras
que tardan meses. Además, los sueldos y puestos no necesariamente son los
mismos que los del país de origen; hasta es posible que se tengan que
sacrificar ambos con tal de obtener la experiencia canadiense que
solicitan muchas empresas para contratar inmigrantes. En general, una vez
que se consigue el primer empleo, mejora el aspecto laboral.
Séptimo mito: Tengo mi propio negocio, por tanto, me voy a Canadá a
emprender un negocio similar.
Realidad - Canadá acepta gustosamente otorgar visas de entrepreneur a los
pequeños empresarios que demuestren contar con cierta cantidad de dinero.
Asimismo, deben satisfacer otros requisitos para ser considerados como
emprendedores con potencial para ser exitosos, como comprobar haber
administrado algún negocio, haber tenido un porcentaje de acciones en una
compañía, crear al menos un puesto de tiempo completo y emplear al menos a
una persona que no sea familiar.
Octavo mito: Si algún día me voy a Canadá, pondré un restaurante o una
tienda de artesanías, porque esto les encanta a los canadienses.
Realidad - Efectivamente, muchos de los canadienses gustan de la
gastronomía y el arte Latinoamericano, pero este mercado está saturado.
Sería recomendable hacer un estudio de mercado para evaluar si un negocio de
esta naturaleza resultaría rentable.
Noveno mito: Me quiero ir a Canadá, pero antes de tramitar mis papeles
quiero conseguir un trabajo desde aquí.
Realidad - Aunque no es imposible, conseguir un trabajo en Canadá estando
fuera del país y sin poseer los documentos para trabajar legalmente es muy
difícil. La mayoría de los inmigrantes prefiere tramitar primero su
residencia y después llegar al país y buscar trabajo, con visa en mano.
Décimo mito: Me voy a Canadá a trabajar por unos meses y, si me gusta, me
quedo.
Realidad - Además de ser ilegal trabajar sin documentos oficiales, cada
vez es más difícil entrar a Canadá como turista. El gobierno se ha dado
cuenta de que mucha gente se queda de forma ilegal, así que los deportan
al arribar. Más vale prevenir que lamentar. La posibilidad de ser
deportado debería ser más que suficiente para desalentar al aventurero.
En conclusión, no todo lo que brilla es oro. Definitivamente vivir en
Canadá vale la pena, porque ofrece calidad de vida, seguridad, certeza
económica, etc, pero esto no significa que emigrar sea factible para todos y,
mucho menos, una tarea fácil. En todo caso, los interesados deben de
reflexionar sobre su decisión, para que la experiencia resulte
satisfactoria.