¿Por que este blog?

En mi empeño de salir de este país, he experimentado un intento fallido de emigrar a Canadá, así que después del ratón moral, de nuevo me encuentro intentándolo, solo que esta vez, incluí un nuevo destino: Australia. Asi que retomo la bitacora hasta mas allá de su desenlace y deseo compartirla.

¿Por que estos países?

Australia y Canadá son países del primer mundo que debido a sus características geográficas difíciles poseen escasa población proporcional a sus grandes territorios, por lo tanto, poseen excelentes programas migratorios al alcance de profesionales.

Venezolanos, Balseros del Aire...


Navegando por allí, me topé con dos artículos que realmente me parecieron muy interesantes por que definen con claridad por que a los Venezolanos nos llaman Los Balseros del Aire...

El primero, tomado de la BBC Mundo cuyo autor es Carlos Chirinos, expresa que de receptor de inmigración, Venezuela pasó a ser un país generador de emigrantes, un fenómeno que se ha profundizado en la misma medida que lo ha hecho la crisis económica, el aumento de la inseguiridad y la inestabilidad política...


El segundo, tomado del New York Times cuyo autor es Simón Romero, aborda el problema enfocándose en un verdadero "dilema migratorio", donde a diferencia del artículo anterior, destaca el fenómeno de que es la clase media o preparada la que esta abandonando sistematicamente el país al sentir que se terminaron las oportunidades mientras que extranjeros que provienen de paises con situaciones realmente dificiles ven en Venezuela, un pais que tiene aun muchas oportunidades que ofrecer...



Artículo 1 (Tomado de  BBC Mundo.com, Autor: Carlos Chirinos):

Entre los años 50 y 80, gracias al constante crecimiento económico financiado con la riqueza petrolera, el país ofrecía garantía de movilidad social y bienestar económico.
Un imán que atrajo a millones de europeos, particularmente españoles, italianos y portugueses, al finalizar la segunda guerra mundial.
Cuando en los 80 empezó a quebrarse el modelo económico, seguían llegando inmigrantes de otras naciones latinoamericanas, en especial de Colombia, Ecuador y República Dominicana.
La tendencia cambió cuando a mediados de los 90 la economía entró en una crisis más profunda.
Los latinoamericanos siguieron llegando, pero los venezolanos empezaron a salir del país.
Para 1999, según cifras de Instituto Nacional de Estadística, más de medio millón de venezolanos residían en el exterior.
Aunque no hay cifras oficiales más recientes ni estimaciones rigurosos, se calcula que a la fecha hasta un millón y medio habitarían en el extranjero.
 
Me quiero ir
Esa frase tan repetida por muchos profesionales jóvenes se hizo portal de Internet en el 2001.
La idea de sus creadores fue la de dar información y consejos al creciente número de venezolanos con deseos de emigrar.
"Los venezolanos son los últimos latinoamericanos que se incorporan al grupo de manera tan masiva" dice Esther Bermúdez, gerente de MeQuieroIr.com.
Aunque es un fenómeno continental, para Bermúdez hay diferencias, "por algo nos llaman los balseros del aire".
"La migración venezolana la integran profesionales jóvenes calificados, que están concientes de que con sus capacidades pueden plantearse proyectos ambiciosos en el exterior".
La migración venezolana la integran profesionales jóvenes calificados, que están concientes de que con sus capacidades pueden plantearse proyectos ambiciosos en el exterior.
Esther Bermúdez, gerente de MeQuieroIr.com
Precisamente eso es lo que buscan países con políticas de inmigración selectiva como Canadá o Australia.
Y es lo que periódicamente viene a buscar a Caracas Martín Szursman, un argentino que actúa como agente migratorio para el gobierno australiano con la compañía Southern Cross Alliance.
"Básicamente buscamos personas solteras o familias jóvenes, muy buenos profesionales que generalmente están muy bien aquí en Venezuela. Tienen un buen empleo, una carrera profesional, pero encuentran que es muy difícil crecer".
Desempleo, falta de oportunidades económicas, inseguridad personal son las principales razones para emigrar.
Y a esa lista se ha agregado en los últimos 5 años la inestabilidad política.
 
Querer no es poder
Según investigaciones que realiza periódicamente la empresa de sondeos de opinión Datanalisis, en los últimos años ha crecido la cantidad de personas que dicen estar dispuestas a irse del país.
En 1998 ante la pregunta ¿Se iría Usted del país si tuviera la oportunidad de hacerlo?, el 26% de los consultados respondían afirmativamente.
Protesta estudiantil en Caracas
La inestabilidad política decidió a muchos a abandonar el país.
"Una cifra elevada para el comportamiento histórico de Venezuela", dijo a la BBC el presidente de Datanalisis, Luis Vicente León.
Ese número creció hasta llegar en el 2003 al 44%, para luego bajar en el 2004 al 34%.
"Lo que sigue siendo un numero alto", advierte León.
El presidente de Datanalisis explicó que los deseos, las razones y las posibilidades para emigrar varían según el estrato social.
Las clases bajas y medias buscan bienestar económico principalmente.
Los estratos altos procuran mayor seguridad personal.
La clase media y alta manifiesta también inconformidad con la polarizada situación política que vive Venezuela desde hace varios años.
Al final los que tienen mayores probabilidades de concretar sus intenciones son los económicamente más solventes, pese a que muchas veces pueda implicar perdida de estatus social, dice León.
Fuga de cerebros
Como en todo mercado, hay países que exportan gente porque hay países que importan gente.
Los destinos tradicionales de los venezolanos son Estados Unidos, España o Italia, por cuestiones de cercanía espacial o cultural.
Pero algunos son atraídos por lugares más alejados, como Canadá o Australia.
Nuestro punto de vista es: vivimos solamente una vez, vamos a hacerlo en un país en el que nos reconozcan como buenos profesionales y podamos vivir con la seguridad que cada uno se merece".
Martín Szursman, agente migratorio para Australia
Dos países de vasta geografía y sana economía pero poco poblados. Y por eso buscan mano de obra.
Pero, ¿llevarse esa mano de obra calificada a una nación rica no perjudica al menos desarrollado, que la necesita para su crecimiento?
"Venezuela podría pensar: estamos capacitando profesionales que se están yendo a otros países", reconoce Szursman.
"Como argentino te puedo decir que vivimos una situación similar".
"Nuestro punto de vista es: vivimos solamente una vez, vamos a hacerlo en un país en el que nos reconozcan como buenos profesionales y podamos vivir con la seguridad que cada uno se merece".
 
¿Cuántos se fueron?
La mayor comunidad venezolana en el exterior está radicada en Estados Unidos.
Según el Censo estadounidense del 2000, el 0,03% de la población de este país es de origen venezolano, 91.328 personas.
Pero algunos estiman que entre no censados e ilegales la cifra podría aumentar a más de 200 mil venezolanos radicados en Estados Unidos.
Las cifras son difíciles de recabar porque falta información. Muchos se van con visas de turismo y no regresan.
Otros tienen doble nacionalidad y llegan a otros países como ciudadanos con plenos derechos.
En el plano subjetivo, para muchos dentro de Venezuela la sensación es que "la gente se va", aunque los venezolanos en el exterior son pocos comparados con los colombianos o los ecuatorianos.
Esther Bermúdez dijo a la BBC observar otra diferencia: que lo venezolanos emigrantes no se desconectan de la realidad nacional.
"Tenemos el sentido patriótico muy exaltado en estos momentos por la misma situación política. Se van por una decisión individual, pero mantienen el vínculo con el país porque las familias no emigran completas".
Según la experiencia recogida en el sitio de Internet que maneja, casi todos los que se van expresan sus deseos de volver. Si cambian las cosas, claro está.


Artículo 2 (Tomado del New York Times, Autor: Simon Romero)

En este continente en auge, rico en petróleo, Venezuela es la excepción: Fue la única economía que disminuyó en América del Sur este año. Funcionarios están racionando la moneda dura. Están aumentando las absorciones de empresas privadas.  “Váyanse de aquí” aconsejó a los inversionistas un prominente analista financiero.
Muchos venezolanos de clase media y acaudalados han hecho justo eso, lo que ha generado un lento éxodo de científicos, médicos, emprendedores e ingenieros. Sin embargo, si se deambula por el bazar, a la sombra de la basílica de Santa Teresa, en el viejo centro de esta ciudad, pareciera que también sucede lo opuesto.
Mercaderes murmuran en árabe, urdu e hindi. Haitianos que empujan carritos de helados conversan en creole. Vendedores ambulantes de DVD gritan con acento colombiano. Si se bebe café en la tienda de ropa de Nayi Hamoud, donde las fotografías del valle Bekaa en Líbano adornan las paredes, el panorama es totalmente al alza.
“Hay dinero en la calle, ya sea que el precio del petróleo esté a 8 dólares el barril o a 80 dólares”, señaló Hamoud, de 36 años, quien llegó desde Líbano hace una década, y no tiene planes de irse. “Pude haberme mudado a Europa, Alemania, algún lugar, y me hubiera ido bien, pero habría sido empleado de alguien. Aquí, soy mi propio jefe”.
Venezuela está sumida en un dilema migratorio. Mientras que grandes cantidades de la clase media se dirigen a la salida, cientos de miles de comerciantes y trabajadores extranjeros han asentado “los reales” (el dinero)  aquí en los últimos años, complicando el panorama de cómo evoluciona la fuga de cerebros.
Las corrientes opuestas reflejan la naturaleza cada vez más polarizada del país. El gobierno del presidente Hugo Chávez, quien recientemente declaró una “guerra económica” contra la “burguesía”, expropió 207 empresas privadas este año –incluidos bancos, ranchos ganaderos y unidades habitacionales, según Conindustria, una asociación de industriales venezolanos–, provocando que muchos busquen refugio en otras partes.
“Siento que finalmente puedo volver a respirar”, declaró Ivor Heyer, de 48 años, el dueño de una compañía que fabrica botes, y recientemente mudó todo su negocio a Colombia, creando más de 100 empleos allá. “Me fui de un país donde el temor es constante, por los delitos y las expropiaciones gubernamentales, a un lugar que realmente recibe bien a las compañías que están involucradas en otras cosas que no son el petróleo”.
En el otro extremo del espectro económico, muchos inmigrantes nuevos continúan llegando con visas de turista y se quedan a su vencimiento, atraídos por los ingresos que aún son más altos que los de algunos vecinos de Venezuela, así como por un amplio conjunto de programas de asistencia social para los pobres, apoyados por el gobierno de Chávez.
“Uno puede vivir con un poco de dignidad aquí, al menos la suficiente para enviar dinero a la casa de cuando en cuando”, expresó Etienne Dieu Seul, de 35 años, un vendedor ambulante haitiano que se mudó un mes antes del terremoto que devastó a Haití en enero. Después del desastre, funcionarios venezolanos dijeron que otorgarían visas de residente a 15.000 haitianos que se creía estaban indocumentados en el país.
Han llegado unos cuatro millones de inmigrantes de Colombia, según Juan Carlos Tanus, el director de la Asociaciones de Colombianos en Venezuela. Y algunos siguen llegando, a pesar de la prolongada recesión aquí y las recientes zancadas que Colombia ha dado en cuanto a crecimiento económico y combate a las organizaciones rebeldes que la han plagado durante tanto tiempo.
“Hay trabajo en Venezuela para quienes lo quieran”, expresó Arturo Vargas, de 39 años, un jornalero colombiano que se mudó a Caracas el año pasado, y encontró empleo como vigilante y obrero en una planta procesadora de pollo. “Este lugar no es perfecto, pero es mejor que lo que dejé detrás”.
En parte, a la afluencia la impulsa la larga tradición venezolana de políticas migratorias indulgentes –que datan de cuando menos los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando el país fue un imán para inmigrantes de la Europa devastada por los conflictos armados– y por la importancia del activo que ha ayudado a definir a este país durante un siglo: El petróleo.
Incluso en las épocas de fluctuaciones en los precios del petróleo y la desorganización institucional, los ingresos petroleros proporcionan a Venezuela un colchón contra la desgarradora crisis que sacudió a sus vecinos en el pasado. El dinero del petróleo también permite un surtido amplio de importaciones, desde güisqui escocés hasta vehículos rusos Lada, generando una gran sociedad consumidora, así como oportunidades para que las personas vendan en ella.
Más de 50.000 chinos se han asentado en ciudades y pueblos en todo el país, y en su mayoría trabajan como dependientes en tiendas. También han llegado en años reciente miles de comerciantes y sus familias, de Líbano, Siria y Jordania, extendiendo la tradición que data de hace más de un siglo, cuando la inmigración árabe comenzó en diferentes partes de Sudamérica.
La comunidad de Oriente Próximo aquí es lo suficientemente grande como para apoyar a la mezquita Ibrahim bin Abdul Aziz Ibrahim, una de las más grandes de Sudamérica, al otro lado de la calle de la extensa Misión de San Charbel para los cristianos maronitas libaneses.
Aunque las razones económicas son las principales, la ideología juega una pequeña parte en la atracción de algunos inmigrantes. Algunos de Oriente Próximo encuentran afinidades con las políticas beligerantes de Venezuela hacia Israel.
Esas mismas políticas, combinadas con los temores a la violencia y los cambios económicos, han pesado en la decisión de emigrar de miles de judíos aquí. Tantos venezolanos se han ido que los periódicos caraqueños los llaman “balseros del aire”, un ingenioso lema derivado del término cubano “balsero”, que se refiere a quienes huyeron en balsas improvisadas. Sin embargo, como deja claro el nombre, los venezolanos tienen medios para irse en avión.
Como con los inmigrantes a Venezuela, no hay cifras disponibles sobre emigrantes, pero Iván de la Vega, un sociólogo caraqueño que estudia el problema, da cantidades en los cientos de miles, suficientes para integrar enclaves en el sur de Florida y Houston, en Estados Unidos, y en Alberta, la provincia canadiense rica en petróleo.
En un giro, muchos de los emigrantes son hijos o nietos de inmigrantes que llegaron a Venezuela durante su prolongado auge en la posguerra. España y Portugal, que ofrecen naturalización a descendientes de inmigrantes, han absorbido a muchos venezolanos. Vecinos como Panamá y Colombia, buscando atraer a dueños de negocios venezolanos, reciben a otros.
“No fue una decisión fácil, pero fue necesaria”, comentó Esther Bermúdez, quien se mudó recientemente a Montreal. Es dueña de Mequieroir.com, un sitio web que ofrece servicios a venezolanos que planean emigrar, y dijo que aumentaron las visitas al sitio en casi el 50 por ciento este año, a un promedio de 80.000 diarias.
Especialistas en inmigración dicen que la experiencia de Venezuela –de perder habitantes instruidos mientras atrae trabajadores nuevos– es similar a lo que pasó en Argentina hace una década, durante su crisis económica. A medida que algunos profesionales especializados abandonaron el país, Argentina siguió siendo un imán para jornaleros de Bolivia y Paraguay.
Los recién llegados no son inmunes a los problemas de Venezuela, que confrontan situaciones como la restricción para enviar dinero a sus casas y la delincuencia rampante.
Asaltantes cerca de Caracas mataron a un jornalero chino en septiembre, rociándolo con gasolina y quemándolo vivo, según artículos periodísticos locales. En octubre, unos secuestradores plagiaron, en casos diferentes y el mismo día, a dos chinas, una de 19 años y otra de 38.
No obstante, eso no ha hecho desistir a quienes siguen su estrella hasta las caóticas calles venezolanas. “Este es un lugar de locura, no es para familias, sino que está bien para un hombre soltero como yo”, señaló Subash Chand, de 25 años, quien se mudó hace un año desde el estado norteño de Haryana, en India, para administrar una tienda en el centro de Caracas.
“Hay peligro y emoción aquí todos los días”, dijo Chand. “En esa mescolanza”, agregó, “hay dinero”.

0 comentarios:

Publicar un comentario



 

¿COMO VAMOS?